¿En verdad quiero reproducir todo este discurso patriarcal en mi vida, y más aún, con mi pareja mujer? Me hago estas preguntas al ver a compañeras lesbianas y compañeros homosexuales afirmar con plenitud que quieren tener el mismo derecho que las personas heterosexuales al matrimonio, a conformar una familia como todas las parejas "normales", donde la esencia es la relación dual de dos sujetos, y así pretender reproducir los dogmas de las parejas bendecidas por la legalidad y las religiones.
Entiendo que como seres humanos deberíamos contar con los mismos derechos y estos tendrían que ser completamente ejercidos, como por ejemplo poder heredar a mi pareja mis bienes o poder adoptar niños y niñas de forma conjunta, mismos ideales, que entre muchos otros, se alcanzarían "con la sola adquisición del derecho al matrimonio".
¿Esto es lo que en verdad se busca? ¿En verdad necesito la aprobación de la sociedad para saber que tengo una pareja que durará para siempre? si al final, las reglas del juego a seguir en mi relación con ella sólo las sabemos las dos y no existe la necesidad de explicarlas a los demás. ¿Acaso lo que yo decido hacer en la intimidad de mi hogar es problema del Estado?
Sin embargo, yo no quiero ni deseo tener una relación que tenga como parámetros y como testigo a un Estado, que aunque acepte la unión civil entre personas del mismo sexo, no cambiará el sistema de discriminación patriarcal ni heterocentrista. El ser lesbiana, para mí, no sólo significa que como mujer amo a otra mujer, sino que además implica una contraposición a las normativas, reglas y mandatos que tienen todas las sociedades héterocentristas.
La población TLGB, desde nuestras organizaciones y con las acciones emprendidas, estamos ofreciendo a la sociedad en general una posibilidad de que reflexionen con relación al sistema de poder, a las maneras de opresión que según muchas personas creen que son naturales porque así nos lo hicieron creer. ¿A qué me refiero?: a la sexualidad, las identidades y el género que se encuentran controlados por instituciones como el matrimonio, la iglesia, los centros educativos, los centros psiquiátricos, entre otras.
Muchas de las personas TLGB que pretenden vivir replicando una vida heterosexual, lo hacen porque temen a ser contestatarios a "la verdad de la heterosexualidad", misma que debe seguir siendo reproducida con todos los niveles de violencia, con toda esa mentalidad machista, con todo este sistema binario que resulta siendo tan básico para una humanidad que es, sin duda, mucho más diversa.
Me animo a afirmar que "el casarse" es algo que desde nuestra niñez nos hacen desear, como diría Lacan: "el deseo es el deseo del deseo del Otro".
Como sujeto constituido y consciente de mi persona, no estoy en busca del casarme y de conformar una familia típica y común donde tenga que asumir roles, de madre o padre, esposa o proveedor… Creo fervientemente que la construcción de nuestra subjetividad puede tener otros móviles y que como seres humanos podemos generar reales cortes epistemológicos.
Entiendo que como seres humanos deberíamos contar con los mismos derechos y estos tendrían que ser completamente ejercidos, como por ejemplo poder heredar a mi pareja mis bienes o poder adoptar niños y niñas de forma conjunta, mismos ideales, que entre muchos otros, se alcanzarían "con la sola adquisición del derecho al matrimonio".
¿Esto es lo que en verdad se busca? ¿En verdad necesito la aprobación de la sociedad para saber que tengo una pareja que durará para siempre? si al final, las reglas del juego a seguir en mi relación con ella sólo las sabemos las dos y no existe la necesidad de explicarlas a los demás. ¿Acaso lo que yo decido hacer en la intimidad de mi hogar es problema del Estado?
Sin embargo, yo no quiero ni deseo tener una relación que tenga como parámetros y como testigo a un Estado, que aunque acepte la unión civil entre personas del mismo sexo, no cambiará el sistema de discriminación patriarcal ni heterocentrista. El ser lesbiana, para mí, no sólo significa que como mujer amo a otra mujer, sino que además implica una contraposición a las normativas, reglas y mandatos que tienen todas las sociedades héterocentristas.
La población TLGB, desde nuestras organizaciones y con las acciones emprendidas, estamos ofreciendo a la sociedad en general una posibilidad de que reflexionen con relación al sistema de poder, a las maneras de opresión que según muchas personas creen que son naturales porque así nos lo hicieron creer. ¿A qué me refiero?: a la sexualidad, las identidades y el género que se encuentran controlados por instituciones como el matrimonio, la iglesia, los centros educativos, los centros psiquiátricos, entre otras.
Muchas de las personas TLGB que pretenden vivir replicando una vida heterosexual, lo hacen porque temen a ser contestatarios a "la verdad de la heterosexualidad", misma que debe seguir siendo reproducida con todos los niveles de violencia, con toda esa mentalidad machista, con todo este sistema binario que resulta siendo tan básico para una humanidad que es, sin duda, mucho más diversa.
Me animo a afirmar que "el casarse" es algo que desde nuestra niñez nos hacen desear, como diría Lacan: "el deseo es el deseo del deseo del Otro".
Como sujeto constituido y consciente de mi persona, no estoy en busca del casarme y de conformar una familia típica y común donde tenga que asumir roles, de madre o padre, esposa o proveedor… Creo fervientemente que la construcción de nuestra subjetividad puede tener otros móviles y que como seres humanos podemos generar reales cortes epistemológicos.