Respóndame a esta pregunta por favor!!!, ¿cómo mediría el nivel de riqueza y desarrollo económico de un país? ¿tal vez con el P.I.B?, ¿con la renta per cápita?, ¿buscaría el número de parados que hay en el mismo?, ¿se centraría en la producción agrícola, en la construcción, la producción de bienes y servicios?.
Bien, son indicadores. Además de éstos, se me ocurren por ejemplo: la cantidad de armas que se producen al año y la cantidad de muertes que se producen por éstas…, pero no quiero crear alarmas a estas alturas de la redacción; sólo quiero encontrar un indicador fiable que me ayude a medir la riqueza y desarrollo económico de un país.
Es posible que entre los mayores productores de basura se encuentren los llamados países “desarrollados” o del primer mundo y además de éstos, una serie de “canteras a su disposición”. Entonces, ¿podríamos probar la producción de basura, como indicador de desarrollo?.
Cuando hablo de basura, me refiero a todo tipo de basura, desde los envoltorios de plástico, pasando por los vertidos, los gases y una larga serie de etc…, de los que todos sabemos un poco. A toda la producción de residuos que se producen para producir un bien y/o un servicio, tendríamos que sumar la basura que se produce para el consumo del bien y/o del servicio. Es decir, que por pura lógica, la basura no sólo aumenta a medida que aumenta la producción, sino también a medida que aumenta el consumo. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, cuando consumes un bien o un servicio estás consumiendo indirectamente basura.
Por supuesto, la producción de basura no sólo daña el medio- ambiente, daña también la vida en sí misma. Toda sociedad que vive rodeada de basura tiende a crear una cultura en torno a la basura. No es difícil encontrar en el día a día la “comida basura”, de la que muchos nos nutrimos; o ¿qué me dicen de los “trabajos basura”, de las “hipotecas basura”, de la expresión “bajar a tirar la basura”? La basura está por todas partes y es un componente muy importante de toda la dinámica social, porque la sociedad occidental se basa en el consumo, y sin basura, no hay consumo.
Por lo tanto, cuando una raya tan fina separa el consumo del residuo, no es difícil que la producción y reproducción cultural también sea residual.
Los esfuerzos en la producción de basura son elevados, pero no son equiparables a los esfuerzos por producir esclavo- pensadores, en lugar de librepensadores como debería marcar la máxima democrática. La educación, sobre todo reglada, está destinada a cumplir una función de control y canalización del pensamiento; pero, por todos es sabido que muchas canalizaciones se convierten en desagües.
El concepto de basura también es aplicable a las relaciones sociales. Cada vez somos más basura los unos para los otros. Me refiero a basura en el sentido de que cada vez las personas, así como la basura, parecemos “de usar y tirar”. En mi opinión, debería existir una ciencia, sino existe ya, denominada “Basurología”, no precisamente porque fuese demasiado necesaria, como ninguna de las otras ciencias, sino, para poner a la basura en el lugar que se merece dada la importancia que tiene en la vida de las personas.
Está claro que siempre se puede sacar algo útil de la basura, pero… ¿Quién nos sacará de la basura a nosotros?
Lo paradójico es que lo que mantiene viva a la sociedad, es lo mismo que amenaza con exterminarla.
Podríamos definir este hecho o proceso como: “Una creación destructiva, provocada por el hombre, que mantiene momentáneamente y destruye incesantemente lo que conocemos como sociedad y cultura, que conlleva autodestrucción, es decir,…un suicidio socio-cultural.”
Bien, son indicadores. Además de éstos, se me ocurren por ejemplo: la cantidad de armas que se producen al año y la cantidad de muertes que se producen por éstas…, pero no quiero crear alarmas a estas alturas de la redacción; sólo quiero encontrar un indicador fiable que me ayude a medir la riqueza y desarrollo económico de un país.
Es posible que entre los mayores productores de basura se encuentren los llamados países “desarrollados” o del primer mundo y además de éstos, una serie de “canteras a su disposición”. Entonces, ¿podríamos probar la producción de basura, como indicador de desarrollo?.
Cuando hablo de basura, me refiero a todo tipo de basura, desde los envoltorios de plástico, pasando por los vertidos, los gases y una larga serie de etc…, de los que todos sabemos un poco. A toda la producción de residuos que se producen para producir un bien y/o un servicio, tendríamos que sumar la basura que se produce para el consumo del bien y/o del servicio. Es decir, que por pura lógica, la basura no sólo aumenta a medida que aumenta la producción, sino también a medida que aumenta el consumo. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, cuando consumes un bien o un servicio estás consumiendo indirectamente basura.
Por supuesto, la producción de basura no sólo daña el medio- ambiente, daña también la vida en sí misma. Toda sociedad que vive rodeada de basura tiende a crear una cultura en torno a la basura. No es difícil encontrar en el día a día la “comida basura”, de la que muchos nos nutrimos; o ¿qué me dicen de los “trabajos basura”, de las “hipotecas basura”, de la expresión “bajar a tirar la basura”? La basura está por todas partes y es un componente muy importante de toda la dinámica social, porque la sociedad occidental se basa en el consumo, y sin basura, no hay consumo.
Por lo tanto, cuando una raya tan fina separa el consumo del residuo, no es difícil que la producción y reproducción cultural también sea residual.
Los esfuerzos en la producción de basura son elevados, pero no son equiparables a los esfuerzos por producir esclavo- pensadores, en lugar de librepensadores como debería marcar la máxima democrática. La educación, sobre todo reglada, está destinada a cumplir una función de control y canalización del pensamiento; pero, por todos es sabido que muchas canalizaciones se convierten en desagües.
El concepto de basura también es aplicable a las relaciones sociales. Cada vez somos más basura los unos para los otros. Me refiero a basura en el sentido de que cada vez las personas, así como la basura, parecemos “de usar y tirar”. En mi opinión, debería existir una ciencia, sino existe ya, denominada “Basurología”, no precisamente porque fuese demasiado necesaria, como ninguna de las otras ciencias, sino, para poner a la basura en el lugar que se merece dada la importancia que tiene en la vida de las personas.
Está claro que siempre se puede sacar algo útil de la basura, pero… ¿Quién nos sacará de la basura a nosotros?
Lo paradójico es que lo que mantiene viva a la sociedad, es lo mismo que amenaza con exterminarla.
Podríamos definir este hecho o proceso como: “Una creación destructiva, provocada por el hombre, que mantiene momentáneamente y destruye incesantemente lo que conocemos como sociedad y cultura, que conlleva autodestrucción, es decir,…un suicidio socio-cultural.”